Contexto

Los retos a los que nos enfrentamos parecen grandes. Tras las elecciones de 2024 no es de extrañar que pueda parecer que la posibilidad de un cambio positivo es lejana y desalentadora. En conjunto, las ideas de este documento no pretenden ser una varita mágica que haga desaparecer todas las amenazas. Sin embargo, afirmamos que la política cambia de forma que puede dar la vuelta a lo que parece fijo e insuperable. El ritmo y la dirección en que esto ocurre se ven afectados cuando las personas se unen para defenderse de las amenazas o exigir cambios. 

Ofrecemos esta herramienta con ese objetivo: que la gente corriente acelere el cambio por el bien común. Aunque muchos de los problemas a los que nos enfrentamos son estructurales y tienen su origen lejos de nuestras comunidades locales, es posible luchar desde donde vivimos y con nuestras propias condiciones. Mediante la presentación de estrategias innovadoras y de gran repercusión llevadas a cabo por grupos de todo el país, este documento pretende servir de inspiración y apoyo para la creación de campañas o iniciativas locales que involucren de forma significativa a las comunidades en la resolución de los problemas que les afectan.

 

Es importante profundizar en los retos señalados para comprender las tendencias y condiciones actuales que debemos tener en cuenta. Las comunidades se han visto devastadas por ciclos de catástrofes climáticas que se suceden cada vez con mayor frecuencia, al tiempo que afrontan auges económicos para unos pocos y caídas para el resto de nosotros. El aumento global de la inflación y la escalada de precios no hace sino agravar los problemas de larga data de los bajos salarios y la falta de buenos empleos que, combinados con los altos tipos de interés y la deuda debilitante, hacen que sea más difícil llegar a fin de mes, acceder a la atención médica o a una educación superior. En todo el mundo hemos sufrido una pandemia que se produce una vez cada siglo, mientras continúan la guerra y el genocidio.

En muchos niveles de gobierno, pero especialmente en el federal, asistimos a un estancamiento entre los partidos políticos. Esto erosiona la confianza del público en las promesas hechas por los candidatos durante la temporada electoral y en el sentido de que el gobierno puede ser una fuerza para el bien. La duda se justifica aún más cuando se obstruyen soluciones audaces para reformar nuestros sistemas sanitario, penal o educativo a pesar del apoyo público, especialmente cuando la influencia del dinero empresarial en la política, la burocracia o las políticas de adhesión que protegen a los ricos está a la vista de todos. Parte del estancamiento que vemos a nivel gubernamental también puede atribuirse a la creciente creencia de que las doctrinas políticas y económicas convencionales se están quedando cada vez más cortas a nivel mundial. 

Todo ello genera incertidumbre y un ferviente deseo de cambio sin ningún sitio a donde ir, y estos focos de circunstancias dan lugar a líderes que prometen "arreglarlo" a toda costa y a una retórica que echa la culpa a los más fáciles de cargar con ella. Están los que quieren el cambio y están los que se atrincheran para resistirse a él. Están los que quieren reforzar la jerarquía racial, la sexualidad oculta y las rígidas normas de género. Frente a un país que está cambiando demográfica y socialmente, esta gente está dispuesta a ocupar puestos de poder tras las últimas elecciones. 


En los últimos años, los gobernantes han demostrado su voluntad de doblar, romper y, en última instancia, cambiar las reglas. Lo vemos en el proceso para rehacer el Tribunal Supremo, y en las leyes de preferencia a nivel estatal que asfixian cualquier política progresista en los municipios. Y veremos cada vez más ejemplos de ello. Es una realidad de la que tendremos que dar cuenta. En cualquier caso, la perspectiva de esperar a que otro lo arregle, o a que el problema desaparezca sin nuestra participación, es el camino más lento hacia el cambio.

Es necesario abordar estas realidades políticas con nuevas ideas y estrategias que hagan crecer nuestra capacidad de organización y movilización, y que profundicen en nuestros análisis. Es poco probable que la política de siempre produzca el cambio que vemos, en particular, un enfoque que no se relacione y camine auténticamente con la comunidad. Esto incluye la forma en que nos comunicamos y colaboramos. Implica echar un nuevo vistazo a las demandas, tácticas y estrategias de campaña. Buscar nuevas formas de unirnos y luchar juntos no significa que debamos desentendernos de las luchas políticas locales y de los tipos de negociación y compromiso que se nos puedan exigir. Hay distintas formas de construir el poder local, y la política es una de ellas que debemos conectar con otras tácticas.  

Lo local no es sólo un espacio físico, sino también un lugar donde vivimos, donde nos relacionamos y donde podemos empezar a construir nuevas alternativas para vivir mejor. Por lo tanto, es urgente que personas y grupos afines y/o con intereses afines trabajen juntos para re/construir un proyecto político liberador que nazca del pueblo. 

Aunque el número de problemas que afectan a nuestras comunidades es mayor y está más interconectado de lo que se cubre aquí, nuestra intención es que esta oferta sea un punto de partida para elaborar nuevas estrategias. Como sabemos que las condiciones locales sobre el terreno son diferentes en Estados Unidos y Puerto Rico, no pretendemos que sea un modelo prescriptivo o único. En cambio, esperamos que este conjunto de herramientas apoye su proceso creativo a medida que continuamos uniéndonos para organizar, exigir y desafiar a nuestras diferentes ciudades y gobiernos locales a hacer mucho más. 

A continuación compartimos valores a tener en cuenta a la hora de explorar estrategias políticas y de financiación a escala local, así como distintos ámbitos problemáticos que afectan a nuestras comunidades y ejemplos para abordarlos.